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Dra. Ana Prior Mier y Terán | Directora del CIF

El cáncer es la tercera causa de muerte en México y la segunda en Latinoamérica. Cada año se registran aproximadamente 200 mil nuevos casos de cáncer en México, de los cuales, cerca del 40% tienen un desenlace fatal. Desde el momento en el que un paciente es diagnosticado, inicia un largo proceso de deterioro emocional, que en ocasiones es muy difícil superar; por lo que, científicos de todo el mundo estudian nuevas alternativas para el acompañamiento psicológico de estos pacientes, tal como lo ha sido mindfulness.

Concretamente, el cáncer de ovario es una enfermedad cuyos síntomas son poco específicos, lo que dificulta el diagnóstico oportuno, la mayoría de los casos son detectados en una etapa avanzada y en un 70% de los casos se llega a presentar quimio resistencia y/o recurrencia. Esto hace que las pacientes con esta enfermedad tengan severos episodios de estrés y depresión, que afectan no solo su calidad de vida, sino el apego al tratamiento y el desarrollo de hábitos poco saludables; lo que, genera una mayor progresión de la enfermedad y en ocasiones, reduce la tasa de supervivencia.

Científicos de Reino Unido desarrollaron un protocolo orientado a medir el bienestar de las pacientes a través de diferentes variables. Seleccionaron mujeres diagnosticadas con cáncer de ovario en cualquier etapa, que habían presentado recurrencia de la enfermedad y que no estaban recibiendo ningún tipo de psicoterapia. Se les invitó a participar en un programa de entrenamiento en mindfulness, que incluía algunas técnicas, tales como: atención en la respiración, escaneo del cuerpo, observación del patrón de pensamiento, exploración de dificultades, cultivo de emociones positivas y otras técnicas muy específicas para reducir estrés y ansiedad.

La evaluación se llevó a cabo utilizando cuatro diferentes cuestionarios: HADS para medir depresión y ansiedad, WEMWBS para la escala de bienestar, FMI que evalúa el nivel de mindfulness y EORTC-QLQ-OV28 que reporta la calidad de vida de pacientes con cáncer de ovario. Además, se tomaron muestras de saliva (para medir los niveles de cortisol en cuatro diferentes horarios del día) y de sangre (para cotejarlo con los niveles de marcadores tumorales, tales como CA-125). Tanto los cuestionarios, como las muestras de saliva y sangre, se tomaron antes, a las seis y a las doce semanas de haber iniciado el entrenamiento mindfulness.

Al concluir el estudio, se encontró que las pacientes habían reducido considerablemente sus niveles de depresión y ansiedad, además de haber mejorado su calidad de vida, con un incremento del 35% en la actitud con respecto a la enfermedad y el tratamiento, además de haber presentado una disminución de los síntomas. Sin embargo, no se reportaron cambios significativos en los niveles de cortisol y marcadores tumorales. Las participantes reportaron que la interacción social y el apoyo dentro del grupo fue de gran utilidad para mejorar su estado anímico, además, que la práctica de mindfulness las ayudó a dormir mejor.

Los resultados en este estudio pueden ser muy conservadores, debido a que solo se incluyeron 28 sujetos de estudio y las muestras de saliva no pudieron ser analizadas en su totalidad. Pero, establece una interesante propuesta para poder mejorar la calidad de vida de las pacientes con cáncer de ovario y otros pacientes oncológicos, a un bajo costo y sin la necesidad de una gran infraestructura; lo cual, brinda esperanza para miles de personas que actualmente viven con esta enfermedad.

REFERENCIAS

Arden-Close, E. et. al (2020). “Mindfulness-Based Interventions in Recurrent Ovarian Cancer: A Mixed-Methods Feasibility Study”. Integrative Cancer Therapies. Volume 19: pp. 1–10.

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